Río+20 deja 60 toneladas de basura, junto a débiles promesas
Es la mejor metáfora: la Cumbre del Desarrollo Sostenible dejó 60 toneladas de basura, contantes y sonantes, además de una débil serie de promesas que auguran nuevas movilizaciones de quienes se han sentido frustrados tras una cita que se prometía histórica. Greenpeace ha visto «un intento de lavado de imagen de los Gobiernos mientras ignoran los problemas sociales y medioambientales del planeta».
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20, que reunió hasta el viernes en Río de Janeiro a cerca de un centenar de jefes de Estado y de Gobierno, dejó como legado poco ecológico unas 60 toneladas de basura.
Según informó ayer la Compañía Municipal de Limpieza Urbana, la cifra incluye la basura recogida en la última semana en el centro de convenciones Riocentro, en donde se realizó la reunión oficial. También incluye los locales que acogieron los principales eventos paralelos, incluyendo la Cumbre de los Pueblos, que agrupó a centenas de organizaciones no gubernamentales de todo el mundo. Los esfuerzos de la ONU y de las ONG para que sus citas en pro del desarrollo sostenible no dejen muchos desechos no impidieron que quedase tan elevado volumen de basura.
El total de basuras de la Río+20 es casi la sexta parte de las 370 toneladas dejadas en la playa de Copabacana por los dos millones de personas que participaron en la última fiesta de fin de año en Río de Janeiro.
Según el coordinador de sostenibilidad de la conferencia Río+20, el biólogo Francisco Nilson, los organizadores realizaron campañas para concienciar a los participantes sobre la gestión correcta de la basura.
Otra estrategia fue preferir materiales biodegradables, como los vasos para el agua, que fueron fabricados con residuosvegetales de la caña de azúcar y del maíz, y materiales sostenibles, como las botellas portátiles y reutilizables.
La Cumbre sirvió para lanzar una negociación destinada a establecer Objetivos de Desarrollo Sostenible en asuntos vitales, entre los cuales se habló del tratamiento de la basura. Terminó con una declaración que algunos negociadores y las ONG consideran como poco ambiciosa y sin compromisos. Eliminó, por ejemplo la decisión de crear instrumentos financieros para apoyar la transición a una economía respetuosa con el medio ambiente, debido a la oposición de los países industrializados que, esgrimiendo la crisis, dan prioridad al crecimiento económico. Por eso mismo, cuatro ecologistas se encadenaron ayer a la verja de hierro que rodea el palacio de Buckingham, en Londres. Llevaban camisetas con mensajes sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases contaminantes.
Además, «la economía verde» encontró el rechazo de la Cumbre de los Pueblos, que denunció que tras ese concepto se esconde «el viejo capitalismo» que quiere hacer negocio con los recursos naturales. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, está obligado a ver la botella medio llena. Pidió a los líderes mundiales que actúen en consonancia con los compromisos adquiridos. «Terminaron los discursos. Ahora empieza el trabajo», manifestó durante la ceremonia de clausura. «Río+20 ha afirmado los principios fundamentales y nos ha dado una nueva dirección. Desde los gobiernos a las mayores compañías del mundo, desde las organizaciones filantrópicas a los jóvenes voluntarios, todos son parte de un movimiento global creciente por el cambio», manifestó.
Gobiernos y grandes compañías prometen 400.000 euros
Los líderes políticos, empresas privadas y organizaciones reunidos en la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible (Río+20) han firmado unos 700 compromisos mediante los cuales han acordado dedicar a programas de desarrollo sostenible un total de 513.000 millones de dólares (unos 408.000 millones de euros). De estos fondos, 323.000 millones de dólares irán destinados a la iniciativa Energía Sostenible para Todos que encabeza el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y que plantea como objetivo universalizar antes de 2030 el acceso a fuentes sostenibles. Como acciones concretas, los líderes reunidos han planteado algunos objetivos numéricos que aspiran a lograr cada año, como plantar cien millones de árboles, alentar la iniciativa empresarial de 5.000 mujeres africanas en negocios de energía verde y reciclar 800.000 toneladas de PVC. La cumbre, destinada a reducir la pobreza, avanzar en la equidad social y promover la protección del medio ambiente, se ha cerrado con el documento titulado «El futuro que queremos».
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