Marina
Silva candidata de Avina a la presidencia de Brasil
Paco
Puche
1 de
septiembre de 2014
El
próximo mes de octubre se celebran elecciones presidenciales a Brasil, con tres
candidatas/os
en lisa, una por el Partido del Trabajo (PT), Dilma Rousseff, otra por el
Partido
Socialista de Brasil (PSB), Marina Silva y un tercero, Aecio Neves, por el
Partido
Socialdemócrata de Brasil (PSDB).
Como
es sabido, la muerte del que fuera inicialmente candidato por el PSB, Eduardo
Campos,
el 13 de agosto, en un accidente aéreo aupó a Marina Silva, su segunda, a ser
la
candidata a la Presidencia. A partir de este momento las encuestas han elevado
su
expectativa
de voto y, se calcula, que en la segunda vuelta puede ganar las elecciones.
Una
líder carismática controvertida
Troskista
en su juventud, sindicalista con Chico Méndez, treinta años en el Partido del
Trabajo,
dieciséis de senadora por ese partido y cinco años de Ministra de Medio
Ambiente
con Lula, cargo del que salió en 2008, entre otras cosas, por oponerse a la
política
de concesiones de su gobierno a las empresas del agronegocio en la Amazonía,
estos
son algunos de los antecedentes de la candidata.
En
2010 va por su cuenta con un pequeño partido (el Partido Verde) como candidata
a
las
presidenciales y obtiene 20 millones votos. Poco después deja el partido y en
2013
lanza
uno nuevo, que pretende distinto de los convencionales, con el nombre de Red de
Sustentabilidade
(Rede) que no consigue poner en píe y, finalmente, en 2014 aparece
como
candidata a la vicepresidencia con Eduardo Campos en la candidatura del PSB
para,
finalmente, sustituirlo después de su trágico accidente como candidata a las
presidenciales
del próximo octubre.
Este
perfil hace que los representantes del gran capital, aunque no la prefieran al
candidato
el centro derecha, el PSDB, ante sus posibilidades, se resignen a apoyarla
frente
a la candidata del PT, Dilma Rousseff, a la que tratan de desbancar.
Una
candidata de la mano del gran capital “progresista”.
Marina
Silva en sus propuestas de gobierno, en lo económico, no cuestiona el
neoliberalismo1.
Aunque dice priorizar las cuestiones de sustentabilidad, cuenta con el
respaldo
de los sectores del gran capital que buscan modernizar el capitalismo, como es
el
caso del Consejo de Empresas Brasileras por el Desarrollo Sostenible (CEBDS).
Esta
organización
dice sí misma2: “Establecida en 1997, BCSD Brasil integra la Red Global
de
la WBCSD , representa aproximadamente los 50 grandes grupos
empresariales con
ingresos
equivalentes al 40% del Producto Interno Bruto nacional (PIB) que se crea
alrededor
de 600 mil directos y un número aún mayor de puestos de trabajo indirectos.
El
BCSD misión Brasil es movilizar, levantar empresas de sensibilización y ayudar
a
integrar
los principios y prácticas del desarrollo sostenible”.
Tiene,
además, como principal financiadora a su amiga Tide Setúbal, millonaria cuya
familia
controla el mayor banco privado de Brasil y por su oposición a reestatización
1 Afirma
que “el problema de Brasil no es su élite, es la falta de ella”.
2 http://www.wbcsd.org/regional-network/members-list/latin-america/cebds.aspx
parcial
de Petrobras, las acciones de la compañía subieron 6 puntos cuando se dio por
segura
su candidatura. En el acuerdo con el PSB para ocupar la candidatura a la
presidencia
ha tenido que aceptar como vicepresidente a Luís Alburquerque, que
mantiene
estrechos vínculos con al agronegocio y que como diputado impulsó ley que
autorizó
el incremento de cultivos de soja transgénica, alianza que casa mal con los
motivos
de su antigua dimisión como Ministra.
El
Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), Stephan
Schmidheiny
y Avina
El
Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), surgió en
1991
fundado por Stephan Schmidheiny, un magnate suizo, con motivo de la
preparación
de la Cumbre de la Tierra de la ONU de 1992. Después, Schmidheiny fue
nombrado
presidente honorario del WBCSD en 2000. Constituye una red global a la
que
pertenece la sección de Brasil que hemos mencionado más arriba y que apoya a
Silva.
Schmidheiny,
una de las persona más ricas del planeta, obtuvo su fortuna
principalmente
de la multinacional Eternit, la empresa que junto a otras seis más
controló
el negocio del amianto en el mundo durante todo el siglo XX. Esa fortuna,
conseguida
por él y su familia a costa de la vida de decenas de miles de trabajadores y
sus
familiares, le ha servido en parte para fundar y financiar Avina, una fundación
que
dice
impulsar el desarrollo sostenible de América Latina. Al día de hoy pesa sobre
él
una
condena de 18 años de cárcel por la muerte de más de dos mil personas en unas
pocas
fábricas que tenía en Italia, dictada por un tribunal de Turín en segunda instancia.
Seguirán
muchas más condenas pues son también muchos los damnificados con la
industria
del amianto, una de las más criminales del mundo y que el magnate suizo tenía
por
todo el orbe. Colaborar con Avina es apoyar a un genocida.3
Con
Avina, Schmidheiny quiere seguir haciendo negocios con los pobres pero, sobre
todo,
cubrir sus crímenes con un disfraz verde a costa de desembolsar dólares. Por
ello,
coopta
y se alía con líderes de la sociedad civil para obtener legitimidad y
prestigio.
Entre
sus aliados más consistentes se cuenta a Leonardo Boff y a Marina Silva, dos
brasileños
de mucho renombre.
Avina en sus
páginas oficiales presenta a Marina Silva como una aliada suya. Por eso la
promociona y la
invita a eventos de prestigio, como hace con todos sus cooptados.
Por ejemplo, en
diciembre de 2010 estuvo en el III Avina Global Workshop con motivo
del COP
16 (Conferencia de las partes sobre Cambio Climático), en Cancún, como se
puede
ver en la captura de pantalla adjunta
3 http://www.rebelion.org/docs/173088.pdf
En diciembre de 2011,
de nuevo, estuvo en el encuentro organizado por la fundación
Avina en Durban con
motivo de la COP 17, y en sus páginas era presentada como “ex
candidata
presidencial y aliada de fundación AVINA”.
En junio de 2012,
Avina junto a Ashoka, la fundación a la que está ligada por lazos
estratégicos,
organizó un encuentro paralelo a Río+20 en la misma ciudad, llamado el
Foro del
Enprendedurismo Social, en el que estuve invitada Marina Silva como suele
ser
habitual.
Y en mayo de 2014, ya
candidata a la vicepresidencia por el PSB, la fundación Avina
le organiza un ciclo
de conferencia por el continente en ciudades como Lima, Quito,
Bogotá, La Paz,
Buenos Aires y Montevideo, según vemos en la siguiente captura de
pantalla
De Marina Silva, por
las relaciones con Schmidheiny, por la promoción que hace de
ella, por el apoyo de
las organizaciones empresariales de las que Schmidheiny es
fundador, y por sus
ideas actuales, se puede decir que es la candidata de Avina, no solo
porque es la
preferida del genocida si no por que cuenta con todo su apoyo y, caso de
obtener
la victoria, la seguirá teniendo como una aliada privilegiada.
En resumen, usando
una sinécdoque podríamos decir que Marina Silva es la candidata
del amianto a la
presidencia de Brasil.
Después de que
Schmidheiny apostara por el continente latinoamericano, allá por 2003
con la creación el
fideicomiso Viva Trust, la financiadora de Avina, e hiciese unas
importantes
inversiones en su desarrollo y en la cooptación de los líderes de los
movimientos sociales,
parece ser que está a punto de recoger una suculenta cosecha. Si
desde su creación se
hubiese denunciado a Avina en sus pretensiones y en su naturaleza
no se hubiese llegado
tan lejos. En lugar de eso los movimientos sociales con líderes
cooptados se han
callado o, peor, han tratado de “matar al mensajero” en los contados
casos de que desde
dentro esto se ha producido.
Para los que siguen
con Avina hay que advertirles que con el gran capital no se juega, y
que todos las cientos
de miles de víctimas del amianto están reclamando justicia y
reparación.
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