Gilda Luongo - 03-12-2014
La campaña en contra del aborto aparecida en los medios de comunicación en noviembre del año 2014 en Chile, y puesta en circulación crítica en un artículo del periódico El Mostrador [1] , busca nada más y nada menos que exponer “la verdad sin eufemismos respecto del aborto”. Así lo afirman los integrantes del organismo InformAborto quienes son los que sostienen esta campaña. Como feminista sospechosa me pregunto ¿cuál es la verdad del aborto que ellos intentan desvelar?, ¿existe una verdad sobre el aborto?, ¿cuál es el propósito, hoy, de develar la bendita verdad buscada con ahínco?
Las fotografías expuestas en lienzos que cubren camiones y que transitan libremente por Santiago de Chile, parecieran desatar esa verdad. Fetos muertos ensangrentados y fragmentados como partes de un cuerpo inexistente pretenden impactar y mostrar lo que ocurre en las prácticas abortivas que las mujeres hemos realizado desde tiempos inmemoriales: nuestra sabiduría diversa y silente. Las fotografías producidas, elegidas, montadas, inventadas o tomadas con algún lente oculto, quieren desatar esa verdad. Son un signo del secreto y la verdad. Michel Foucault ha abordado juiciosamente esta dupla conveniente y ha echado luces respecto del rendimiento del secreto para producir discursos verdaderos. Pero la campaña quiere ostentar otra verdad adicional: si se despenaliza el aborto “el vientre materno podría convertirse en el más peligroso del mundo.” En consecuencia, las mujeres que somos portadoras del útero nos transformamos en peligros vivientes, puesto que podremos decidir y por ende, optar por suspender un embarazo no deseado por diversas y múltiples razones. Estará en nuestras manos la decisión, la libertad de decidir sin penalidad, de allí tanto peligro. Como feminista no puedo sino apoyar esta secreta verdad que sale a la luz en esta campaña del terror. Así es. Porque nuestro cuerpo es el primer territorio de nuestra ciudadanía, podemos llevar a término o suspender un embarazo en el marco de la ley o en el marco de nuestras intimidades/ complicidades que hablan de nuestras producciones afectivo-sexuales diversas, siempre en contextos patriarcales y capitalistas. Ese es nuestro derecho y nuestra libertad.
Pero la campaña no se queda aquí. Abrir los ojos frente al aborto “sin eufemismos” implica saber de qué estamos hablando, según InformAborto. De lo que estamos hablando son las fotografías sacadas en secreto y que pretenden advertir del horror. Este significa mostrar “lo que le sucede a un niño en un aborto”. El fenómeno complejo de la maternidad es reducida al saber, convenientemente utilitario, acerca de un niño, o de la infancia. Otra vez la unilateralidad de la construcción de lo maternal, la madre borrada para dar lugar protagónico al niño o niña desvalida. No le creo a la campaña esta preocupación por los infantes. La infancia ha sido un lugar cultural que ha dado mucho rédito a conservadores y tradicionalistas de derechas para impedir las transformaciones de las mujeres y sus libertades como sujetos autónomos, independientes y soberanos. El uso de la maternidad ha sido, en este sentido, una gran tiranía para las mujeres en nuestro continente. Por otro lado, las hegemonías patriarcales de estos países nuestros nunca han sido del todo solidarias para con las vidas plenas de nuestros infantes, niñas y niños. Más bien han usufructuado hasta hoy de esta zona humana explotada, abandonada y expoliada a causa de los modelos económicos voraces, deshumanizados y depredadores de lo humano en su anchura.
¿Cuántas verdades pueden ser extendidas bajo el manto de esta campaña? ¿Cuántas zonas de poder-saber se abren en estos gestos visibilizadores del supuesto horror del aborto? Suele ocurrir, paradojalmente, que las cerrazones más conservadoras posibilitan abrir multiplicidades discursivas. Junto con ello se halla un campo de cultivo nutricio para las ideaciones y posiciones políticas feministas respecto del aborto libre, seguro y gratuito. ¿Agradecer feministamente a la campaña contra el aborto? Ni tanto. Solo expandir ideaciones posibles en respuesta a estos intentos de invadirnos-oprimirnos desde el fotográfico-secreto- horror-chileno.
Gilda Luongo es crítica e investigadora feminista. Integrante de la Coordinadora Feministas en Lucha, Chile.
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